Uno de los fenómenos que más se
están haciendo ver en este tiempo de crisis, no sólo económica sino también
crisis social y política, es el auge de los partidos de extrema derecha en los
diferentes países europeos. El último dato que confirma esta tendencia es el
aportado por Le nouvel Observateur, el cual afirma que si hoy se convocaran y
celebraran las elecciones al europarlamento, el partido ultraderechista Frente
Nacional, cuya dirigente es Marine Le Pen, conseguiría un 24% de los votos,
dejando detrás al partido UMP y al Partido Socialista.
Este
hipotético dato es respaldado por los resultados anteriores que ha conseguido
la extrema derecha en Europa. Aurora Dorada logró el 7% de los votos en Grecia
en las elecciones parlamentarias nacionales de 2012, en Reino Unido, es el
partido UKIP el que da quebraderps de cabeza al partido en el poder a la hora
de poner en marcha políticas.
El refugio del electorado en
partidos que propugnan soluciones extremas responde a una mezcla de factores.
El que más aglutina es, sin duda, el recelo hacia la inmigración. “Es el
elemento principal: los extremismos llevan años creciendo y obedecen a cambios
estructurales en la sociedad, que teme no poder integrar al diferente”, analiza
Jamie Bartlett, responsable del programa de violencia y extremismo en Demos,
una reputada casa de análisis londinense. Demos publicó hace poco un extenso
trabajo sobre el retroceso democrático en la UE, entre otros motivos por la
intolerancia hacia las minorías. En Noruega, el Partido del Progreso consiguió
un 16% de los votos en las pasadas elecciones. E partido de los Demócratas
Suecos consiguió un 10% y los Autéticos Finlandeses encabezan en segunda
posición las encuestas de intención de voto con un 19% de la intención.
Son
varias las voces que apuntan a que las elecciones europeas que han de tener
lugar en mayo las que servirán como examen para determinar la tendencia de la
consecución de poder por parte de los partidos de ultraderecha.
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